Ojos Cafés

Un día, un amargo día, intentaba hacer unos dibujos para un niño que me veía sentado en una calle de mi ciudad. Ese niño que tenia ojos cafés, su mirada te daba una sensación de ternura. Su madre, era una mujer despiadada que lo hacía pararse en una esquina para pedir limosna para los alcoholes de la noche.

Las 12 de la tarde… pasé por la calle, fui por una caja para darle las hojas que le dibujé. Encontré a mi viejo amigo de la secundaria, me invitó un café en el Starbucks.
En el café, me preguntó que qué había pintado, que cómo había estado, me preguntó que cómo estaba mi familia. Le enseñé los dibujos que llevaba para aquel niño. Me preguntó que para quién eran y platiqué acerca del niño, cómo lo conocí, cómo me enteré de su mamá, su papá había fallecido en un accidente de transito, y no tenía familia, que uno de los perros que había tenido lo había atropellado un carro; seguimos platicando, hasta que nos despedimos.

7:30 de la noche, pasé por la 27 sur

-¡¿Dónde está el niño?!

Caminé otra cuadra, una ambulancia de la SEMEFO, y mucha gente viendo lo sucedido
¿Qué pasó señora? Pregunté a la vieja de la tienda, a lo que respondió –La mamá, empujó a su hijo a la calle y falleció.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar eso, mi cabeza punzaba, mis manos no dejaban de apretarse entre sí. Corrí hacia la ambulancia. Era él, el chiquillo de los ojos cafés, ahora sin ninguna gota de brillo en ellos.

por: Jesús Alberto Aco