Sobre cómo odiar (o no) las cosas.

A lo largo del camino, una (persona) se va encontrando con un montón de cosas (también se puede leer ‘gente’) que a uno nomás le estorban.


Al principio (quiero decir, de lo que me acuerdo) odiaba a muerte el cigarro, pero con el tiempo fui desarrollando un gusto especial por él.


Ya de un poco más crecidita odiaba el color rosa, y ahora también lo odio, sólo que ya soy capaza de soportarlo. Incluso tengo una playera (o dos) rosa.


Luego, en la tierna y poco descarrilada etapa de secundaria que tuve, atravesé por un estado de locura (mayor al que me encuentro ahora), pues amaba las matemáticas y todo lo que las involucraba. Ahora, que no estoy más cuerda que antes (o no lo sé), las odio como todo chico adolescente, pero no sólo eso, también he adquirido un cierto desagrado por todo aquel ser que las profese (que quede claro que no tengo nada en contra de cierto profesor de matemáticas que da clases en cierta preparatoria donde ciertamente, yo voy) y hasta pensamientos asesinos.


El punto importante aquí es que cuando ames u odies algo siempre terminarás por sentir el sentimiento (perdón el pleonasmo) contrario (si es amor será odio, si es odio, será amor… o más odio)


Aunque hay odios que son muy raros, como el que siento ahora por el estúpido tinte morado que no pintó de morado mi pelo (qué viva el poder del pelo!!)


Pos ya, no tengo mucha inspiración…


Aaaaaaaaaaaahh!!!!!!!!!!!! Por cierto!! El hermosísimo de pablo me preguntó si soy ul-tra-cos-tum-bris-ta (si lo escribo de corrido me equivoco) a lo que yo le respondo: no sé, pregúntale a ellos. Aunque yo creo que no, porque ellos son unos hombrezotes (digo, de edad) y yo una niñita (ajá claro). Además de que ellos son misóginos (si no son eso, por lo menos sexistas sí), pues en repetidas ocasiones han dicho que no puede haber mujeres ul-tra-cos-tum-bris-tas. Pero en realidad no sé mucho del tema. Mejor pregúntale a ellos. Ok. Pablito hermosito!?