agosto 20, 2009

Suspensión

De repente, así nada más, te encuentras caminando por un oscuro pasillo estrecho, no puedes girar porque no hay espacio y no sabes hacia dónde ir pues no parece haber una luz al final del túnel.

Estás atrapado y no tienes lugar para moverte, no te puedes detener. Te ves obligado a ir siempre hacia adelante. Tienes miedo porque no sabes qué cosas hay. Avanzas temblando, casi a tientas. Te comes diez metros y te das cuenta de que no pasó nada, de que nada te dañó y algo dentro de ti se siente valiente, mejor, fuerte. Cierras los ojos, tomas aire y cuando te decides a seguir ves el fondo negro y regresas al miedo.

Y avanzas y te detienes. Te detiene el miedo de no saber qué hay allá en lo negro, no puedes ver y eso te asusta. Pierdes el control de todo, incluso el tuyo. Estás como suspendido entre la negrura, entre la vida, entre todo y nada.

No sabes si vas derecho, no sabes si das vueltas: no ves nada.

Tocas tu cuerpo para ver si no te falta algo, si estás completo; recuerdas: cabeza, cuello, brazos, manos, piernas... en la bolsa del pantalón te encuentras una cajita con cerillos.

Ves el fondo negro y la cajita de cerillos en tu mano.




2 comentarios:

[ Abdiel ] dijo...

y que son los cerillos?
el valor que encuentras olvidado en tus bolsillos?
[jaja! verso sin esfuerzo]

Ya te lo he dicho, amiga, siempre hay esperanza.

Ery!* dijo...

Valor...

Me imagine que por un momento inclusive te da hasta miedo encender ese cerillo, no saber qué es lo que encontrarás...pero he ahí el pasillo de la vida, y lo que marca la diferencia es aquellos los encuentran no sólo en sus bolsillos...

Hasta pronto señorita.