septiembre 26, 2009

Un reloj.

La historia comienza con un reloj y una voz en off que dice "yo quería más tiempo".

Ya sabes: la típica historia de un señor que tiene un hijo y que se encarga de criarlo de la manera más fría y falta de amor y blablabla... bueno lo chido del video es que cuando el hijo crece decidde convertirse en rockstar y el papá lo manda al demonio, pero luego lo extraña y blablabla entonces compra un boleto de entrada pa uno de los conciertos del hijo y ya en camino (ora sí viene lo bueno) el padre mira la cara de su hijo en el boleto y justo enfrente de él, un tráiler impacta su carro. La toma dramáticamente lenta que hicieron del choque estuvo bien buena. Al final el vidrio de su reloj estalla y se oye de nuevo: yo quería más tiempo.

Un reloj.


Hoy estoy cordialmente acompañada por el chico más lindo, el más inocente y orejón que me he encontrado... Traigo impregnado en la nariz el aroma del chico del cabello alborotado (y eso que no le he visto desde ayer... en la noche), en los ojos mi propio reflejo en los ojos de Dios (referírse a este post cuando digo Dios [y sí, es con eme mayúscula]), traigo retumbando en la cabeza las palabras del tipo más bonito que yo haya visto... mejor dicho: escuchado.


El miércoles empecé con los Cien Años y todavía no los acabo (sí, soy una wevona...). Algo, algo tiene esa novela que desde las primeras líneas ("Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo") ha hecho que en mi mente ronden los personajes (yo quiero ser como Amaranta!!!!!) y sienta la historia como una deliciosa espina que tengo que arrancarme más por deber que por gusto. ¡Ese coronel, de verdad!


Traigo en la mente una melodía que no me deja en paz.

Es la canción de tus ojos, la armonía de tus pupilas. El soplo de tu ser.

Te traigo en los pulmones, subiendo y bajando por mi garganta.

Te traigo en la cabeza con tus ojos.

En el pecho con el dolor que me deja tu presencia.

En la piel con la quemadura que causa tu ausencia.

Aún no sé cuál es la distancia adecudada.

Lejos. Cerca. Tus ojos, tu boca.

Con un beso de tu boca yo moriría de dolor...

del mismo dolor que sentiría en la piel si no te volviera a ver.


No hay comentarios: